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Caro Diario

REYES MAGOS

ELLA/LEI: Una imagen: una puerta que se abre, una niña que sale de su habitación en pijama y bata pero con las coletas perfectas, acabadas de hacer. Una cara de falsa sorpresa y una sonrisa dibujada en ella con expresión pícara, como quién ya ha vivido ese momento un instante antes pero ahora toca repetirlo. La niña sale de cuadro y una panorámica nos muestra los regalos que los Reyes Magos han dejado en su casa. Un coche de pedales enorme azul, rojo y amarillo. Un juego de café de plástico. Un paquete envuelto con papel de embalar que reza "no abrir hasta que venga Kike" que augura una espera interminable. Un disco de zarzuela con la dedicatoria "para mi yaya". Una equipación completa del Barça: camiseta, pantaloncitos y calcetines. Un aspirador de juguete con bolitas de pórex que más adelante odiará mamá. Más regalos envueltos. La niña vuelve a entrar en cuadro, se va deteniendo, ahora en un regalo, ahora en otro, sin decidirse por ninguno. Cut. La niña en su coche de pedales. La familia que babea al verla. Cut. El tío de la niña con su equipo de portero de club de fútbol de barrio le entrega la pelota. Ella va vestida con el equipo que le han dejado los magos. La deja en el suelo, coge carrerilla en un comedor diminuto que se ha convertido en terreno de juego, el portero defiende sin convicción la portería que es puerta de su habitación, la niña chuta y... ¡¡¡GOL!!! Cut. La niña levanta la copa que ha ganado, todos son felices. THE END.
La verdad es que no recuerdo casi nada de ese día de Reyes, pero gracias a la magia del cine puedo revivir ese momento en la vieja película de súper 8 que rodó mi padre. Tengo que volver a verla.



ÉL/LUI: Nervios y emoción. Magia en el ambiente. Cruzar el umbral de la puerta es un paso dificil que otros días no plantea vacilación, pero la mañana del 6 de enero es distinta a culquier otra, ni siquiera comparable con la del cumpleaños... hay algo, no sé explicarlo, pero que perdura aún, a pesar de conocer la verdad desde hace más de veinte años.
Guardo diversos recuerdos, no consigo ubicar si pertenecen a la misma noche de reyes o a varias, pero la imagen de un balón blanco resplandeciente al final del pasillo la recuerdo como si fuera ayer. Al lado una equipación del Madrid. En los zapatos de mi padre una tarrina de queso Caprice de Dieux. En los de mi abuela un rosario. En los de mis hermanos el Risk. En los de mi madre un paraguas.

Imagenes sueltas que como un rompecabezas infantil se montan y desmontan, pero permanecen, quizá gracias a ver la ilusión de un niño cuando se acerca tan esperado acontecimiento.

Esta es la poesía que mi sobrino, de 3 años y medio de edad se ha aprendido y recita con entusiasmo:

Ya vienen los reyes magos,
vienen despacito
a poner regalos
en los zapatitos.

Uno es alto y espigado,
otro rechonchón
y el otro negrito,
negrito como un tizón.

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